¿Anarquía
o insurrección obrera contra el capital? ¿Espontaneísmo o Dirección
Revolucionaria?
* Manuel
Sutherland
El internacionalmente conocido “Caracazo” es una de
las insurrecciones populares más fuertes acaecidas en América en los últimos 50
años. Sobre ese evento se han construido y reforzado, teorías y políticas de
largo aliento que permitieron la muerte del histórico bipartidismo
(socialdemócratas y socialcristianos). Tal evento, abrió la brecha para golpes
de Estado (febrero y noviembre de 1992) y un clima de ingobernabilidad que
allanó el camino para la democracia popular chavista y una larga
ristra de códigos de gobierno, que venidos del 27-F, son pautas del
“progresismo” del siglo XXI. Acá, expresaremos algunos aspectos que tratan de
romper con cierta mitología populista que envuelve el evento, y el gorilismo
que se empeña en no aprender nada de lo allí sucedido.
El contexto internacional y el ahogo de la dinámica de acumulación
rentística venezolana
Venezuela
dentro de poco será catalogada como la primera reserva mundial de petróleo, la
“fertilidad” de sus pozos y la facilidad de extracción permitieron que tras
algunas duras luchas, se nacionalizase (precariamente) la explotación de
hidrocarburos y el país viviera épocas donde la burguesía y las capas medias
pudieron hacer del derroche, la suntuosidad y la chocarrería su leit
motiv. Los años de recuperación del capitalismo 60-70 y hasta la
depresión mundial del 71-74, le dieron al país cierta estabilidad, bajo las
democracias asesinas devenidas del Pacto de Punto Fijo, firmado en octubre de
1958. Las crisis energéticas y la construcción de la OPEP le proveyeron a
Venezuela la posibilidad de captar rentas diferenciales de gran magnitud, que
se tradujeron en bonanza efímera y una especie de pacto social donde a
pesar de haber mucha pobreza, habían capas medias muy gastadoras que drenaban
la renta en importaciones pomposas. Todo ello se basó en una moneda
sobrevaluada y un ingente gasto público asistencialista y populachero.
Pero ese “paraíso” sufrió un
serio revés con la crisis de los 80. El endeudamiento y la baja de los precios
de los hidrocarburos (por la contracción de la demanda mundial, bajaron de
30USD a 10USD el barril en el fatídico año 83) revirtieron el “oasis” de la
acumulación rentística y mostraron de “golpe” la incapacidad de la Burguesía
Nacional de llevar adelante las tareas de desarrollar las fuerzas productivas y
mantener los niveles de crecimiento.
La extorsión de la deuda y el genocidio planificado
Así, los
huecos fiscales empujaron a que del año 75 al 80, la deuda externa creciera en
casi 600%, causando que Venezuela entrase en moratoria de pagos en los años 83
y 88. La tasa de interés estadounidense que en el año 77 se ubicó alrededor del
5%, subió para 1981 a un impagable 19%. No bastando con eso, las
corredoras de riesgo (ahora quebradas) consideraban muy “arriesgada” a la
nación y le aumentaron vertiginosamente el Riesgo País, lo que obligaba a pagar
más aún por préstamos cuyos intereses eran astronómicos.
El servicio de la deuda en relación al PIB subió en
América Latina del 14% al 34% en sólo dos años (1982-1984). En 1973 la
deuda total de A.L. era de 137 millardos de USD$, en 1979 ascendió a 390
millardos de USD$ y ya para el año 1985 la deuda llegó a 860 millardos de
US$[i]. Así, las burguesías más fuertes, emprendieron un
fantástico plan de recuperación de la tasa de ganancia, que caía en picada. De
esa forma, eliminaron a buena parte de capital “sobrante”, arruinaron a los
capitales menos productivos y relanzaron la acumulación. Todo ello se realizó
con mecanismos de centralización y concentración de capital que proletarizaron
a millones y se empobreció a otros tantos.
El estallido de la depresión mundial y la miseria atroz en el país.
La explosión
de la crisis se tradujo en un empobrecimiento brutal de la población. Según,
Sonia Barrios : “el 90% de los barrios que
albergan al 40% de la población se asientan en el 10% del territorio de la
ciudad”[ii] y González Silveiro añade: “en 1950, los barrios de Caracas
albergaban a 117.000 habitantes, en 1981 dicha cifra se elevó a 1.440.000
personas“[iii] Por ello, ante la crisis, se experimentó un terrible deterioro
de las condiciones de vida del obrero. La pobreza explotó.
El caos fue colosal. Las reservas operativas disminuyeron a casi 1.000
millones de dólares. La inflación llegó a 35%, en 1988. La tasa de interés real
negativa y la fuga de divisas para el periodo (1982-1988) de 25 millardos de
dólares.
El gran
viraje, el ala de la burguesía comercial y financiera toman la batuta. Adiós a
la protección y bienvenidos al abaratamiento del trabajo
En enero de 1989 asume la Presidencia de la
República el “señor” Carlos Andrés Pérez (CAP) quien había tenido un gobierno
de fuerte carácter populista que gozó de ingresos ingentes que desarrollaron el
clientelismo de manera exponencial. Pero, como decía Hegel y luego completaba
Marx en El 18 Brumario…: “todos los grandes hechos y personajes de
la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces… una vez como
tragedia y la otra como farsa”[iv]. Así, apareció este Mesías del
populismo que vino a enfriar la lucha de clases con un
lanzallamas llamado: Plan de Ajuste Estructural (PAE).
Así como Constantino I “se le apareció” en el año 312
una cruz cristiana en los cielos de un campo de batalla, una inscripción: “in
hoc signo Vinces”[v] , CAP imaginó a una cohorte ideal de planificadores del relanzamiento
de la acumulación capitalista en base a salarios de miseria, teniendo a la
Devaluación de la moneda como buque insignia de una “sinceración económica” que
traería beneficios que jamás llegaron. De la misma forma, se planteó la teoría
del Shock (muy de Milton Friedman) y los aparatos ideológicos de la derecha
(medios de comunicación) empezaron a irrigar la “urgente” necesidad de
reajustar la economía, parar el derroche (gasto público para la educación,
salud, cultura etc.), reducir el estado y modernizar al país.
Como nos
cuenta el maravilloso trabajo de José Honorio Martínez
el gobierno buscaba: “obtener préstamos por 4.500 millones de dólares en los
siguientes tres años…intensificando los compromisos con el FMI, anunciando, el
16 de febrero, la aplicación de un paquete macroeconómico”[vi] El
“paquetico Rodríguez” como se conoció dicho plan, fue diseñado
por el economista Miguel Rodríguez (ex”marxista” progresista) fue una
bendición para el ala más parasitaria de la burguesía, que de haber sido visto
por los más neoliberales y “dulces amigos del pueblo”: Carl Popper, Raymond
Aaron y Von Hayek lo hubieran quizás considerado demasiado
drástico para el país. Pero como dice E Sartelli, los pequeños patrones o
capataces de la burguesía que vienen del proletariado, suelen ser peores y más
reaccionarios que a quienes defienden.[vii]
El Paquete,
la desgraciada Devaluación y el caldo de cultivo para la sublevación.
Siendo
sucintos podemos resumir el PAE:
• Uniformidad
en los tipos de cambio, es decir, devaluación de 150% (medida que los
“progresistas de nuevo cuño, tildan de revolcuionaria). Lo que resultó en una
modesta inflación de 80%.
• Reducción
del déficit fiscal eliminando gastos “innecesarios”, subsidios, gasto social,
protección a jubilados, etc. Privatización.
• Liberalización
de los precios y aumento de los mismos en los servicios públicos. Aumentos de
la gasolina, electricidad, teléfono, acero en: 110%, 150%, 40% y 100 %
respectivamente.
• Entrada
al GATT, antigua OMC. Eliminación a las trabas a la entrada de mercancías y de
capitales al país. Reducción general de aranceles.
• Elevación
general de los tipos de interés (se vieron tasas de hasta 40%)
No hace falta ser un súper comunista para entender que
el resultado de estas políticas iba a deparar en mayores miserias. José Honorio
nos cuenta que: “mientras la remuneración del trabajo (en salarios) era
de 61,2% en 1960 [la participación de la clase obrera en el Ingreso Nacional],
de 50,4% en 1970, de 27% en 1980, a finales de los ochenta disminuyó hasta
15%[viii]. (cifra a nuestro entender exagerada, pero quizás correcta con una
medición más exhaustiva, que la del FMI, que se utiliza)
La forma como le imputaron la crisis a la clase fue obrera fue descarada y
el ajuste iba a arruinar directamente a la burguesía “productora”, los iba a
poner a disputarse mercados sin las “ayuditas” del estado. Por ello, el ala
socialdemócrata y de los pequeños capitales se opusieron al PAE y a soto
voce planearon un regreso por una vía Blanquista tropical.
La terrible
insurrección, saqueos, cortes de rutas e incendios.
El 27 de febrero en Caracas los transportistas
convocan a un paro general. La casi duplicación del precio de la
gasolina (medida que viene en 2011) los empujaba a descargar el peso del
aumento, con un “módico” incremento del pasaje. Como era de esperarse, el
epicentro de las iniciales protestas se dio en Guarenas y en los municipios del
estado Miranda, que colinda con la capital. Allí, la protesta se tornó muy violenta
y la quema de cauchos inicialmente, y luego de autobuses para cerrar las rutas,
fue el detonante principal de lo que se vendría.
Ante todo ello, las víctimas burguesas del Paquetico, azuzaron y atemorizaron
a la población, aumentando vertiginosamente los servicios, especulando y
acaparando alimentos para forzar a las masas a una insurrección. Las capas
medias aguantaron un poco de escasez, pero las zonas donde se concentra las
barriadas más pobres, reaccionaron abalanzadas a la calle a buscar lo que le
habían arrebatado. Por ello, en los barrios de Catia, 23 de Enero, El Valle, La
Vega, Caricuao, y en La Guaira; estallaron los saqueos. Buena parte de
los trabajadores en situación precaria salieron a buscar alimentos, enseres y
cualquier cosa que no pudieran comprar.
La
burguesía a la defensa de privilegios del capital “productor”
Los pequeños y grandes locales empezaron a saquearse y
el capital “víctima” del paquete trató de montarse en la ola y construir de
facto su propia “Sociedad del 10 de Diciembre”[ix] una organización acéfala de lumpen
dispuesto a morir en el vandalismo, para apalancar su asalto al poder. De esa
forma, se urdió un complot con organismos policiales (quienes andaban en
motos lanzando consignas contra el gobierno e incitando al saqueo) y
mercenarios para dotar de algunas armas de fuego y herramientas (patas de
cabra, para abrir locales) a quienes saqueaban, estimular los enfrentamientos
con el ejército e incitar a destruir tiendas y calles.[x] El plan era
desestabilizar y regresar al poder por la vía del ahogo económico. La conspiración estaba en el aire, sin embargo, las fuerzas eran poco
maduras y las condiciones débiles para el triunfo.
Otro
factor interesante fue el “poyo” mediático que en las primeras horas tuvo el
estallido social. Decenas de periodistas entrevistaban a saqueadores y a
líderes comunitarios quienes enarbolaban consignas relacionadas a la justicia
social y al hambre del pueblo. Cientos de imágenes que “invitaban” al saqueo,
disfrazadas de noticia, fueron permitidas por muchas horas en Televisión y
“publicitadas” por radio. Lo que indica eso no es la permisividad del gobierno,
sino la intención manifiesta de algunos poderes en desestabilizar al país. El
13 de abril de 2002, cuando el pueblo y sectores militares medios, fueron al
rescate del presidente, ningún mal llamado “medio de comunicación” (en realidad
aparatos de propaganda ideológica burguesa) mostró imagen o sonido alguno, se
limitaron a pasar comiquitas y series cómicas de EEU (en serio). Y lo hicieron
debido a la necesidad de ocultar la realidad y dejar al pueblo encerrado en
casa. El 27 F hicieron lo contrario, con fines (a nuestro criterio)
abiertamente golpistas[xi].
Siendo justos, hay que reconocer que luchadores
sociales anticapitalistas y populares se lanzaron a las calles a tratar de
enrumbar el alzamiento, hacia una insurrección de carácter político que
cuestionará la base del poder capitalista, e incluso lo suplantase. Fueron ellos
perseguidos y torturados con un encono escalofriante por los aparatos de
represión del Estado. Es vergonzoso que muchos de esos torturadores, continúen
en sus labores burocráticas como sino hubieran cometido esa andanada de
crímenes.
La
represión sangrienta, el desorden, el espontaneísmo.
El aciago 28 de febrero el Ministro del Interior declaró la suspensión de
las garantías constitucionales y en las siguientes 36 horas las Fuerzas Armada
tomaron la ciudad, sembrando el pánico entre los manifestantes. La represión
tuvo ribetes de insólita crueldad, las órdenes fueron exterminar todo brote de
protesta de raíz. No hubo gases lacrimógenos, ni ballenas, ni advertencias;
policías y ejércitos usaron ametralladoras y todo tipo de arsenal bélico para
asesinar a todos cuanto pudieron. El “toque de queda” fue la Noche de
las Narices Frías en Venezuela.
La disolución del conflicto se hizo muy rápidamente.
Las ejecuciones y martirios que cobardemente infligieron los organismos
represivos del Estado se hicieron extensivas. De hecho soldados comentaban:
“Aquí han matado soldados y cuando eso pasa arreciamos nuestro trabajo (matar)
no es fuerte, porque ya uno está adoctrinado, acostumbrado y psicológicamente
preparado”[xii]. Las cifras indican que hubo cerca de 3 mil asesinatos,
que para lo poco que duró el estallido, lo focalizado y estrictamente orientado
a protestas de hambre, fue una cruenta demostración de que cuando la burguesía
pone orden, los crímenes más abominables le quedan cortos.
El
movimientismo, autonomismo y su evidente fracaso. Lecciones básicas.
La masacre acaecida en los espacios de resistencia fue terrorífica y no
condujo a ningún logro político para quienes trataron de organizar una
insurrección o incluso saquear. Para el ala promotora de la burguesía que se
beneficiaba de las medidas económicas, fue un tremendo éxito. Una demostración
de opresión y terror que permitiría darle una derrota tremenda al pueblo pobre
en Venezuela, y que no impidió el desarrollo de medidas económicas hambreadoras
y genocidas.
Los caídos y luchadores sobrevivientes que
honestamente intentaron radicalizar u orientar políticamente los saqueos y las
protestas hacia algo orgánico, chocaron desde el inicio y desarrollo del
estallido, con un andar anárquico que bajo peticiones abstractas y sin un
partido político que pudiese direccionar la protesta de hambre, hacia la
conformación de una organización que se hiciese del poder político. Todo ello
conllevó a la muerte de miles. De hecho, meses después CAP y sus bandidos
recibirían más créditos del FMI y profundizarían sus políticas.
Contrabandistas ideológicos, anticomunistas de “izquierda” y tránsfugas
como Negri, Hardt, Holloway y los postmodernos “filósofos” se aprovecharon de
estos hechos para fundamentar fruslerías como: cambiar el mundo sin tomar el
poder, la inutilidad o caducidad del sindicato y del Partido. El 27 de febrero
es una prueba de lo contario. Es un acta que revela lo erróneo del camino.
El 27 F, fue una catástrofe, un episodio de arrojo
popular que terminó en tragedia. Beatificar el espontaneísmo, como sustitución
de la organización y dirección política ha sido un burdo resultado de una
derrota histórica que aún nos pesa. Claro, lejos de criticar la chispa de
ilusión revolucionaria del acto insurreccional que las bases desarrollaron en
varios espacios, se reflexiona acerca de lo importante que la dirección
consciente, que pueda impulsar y aprovechar al máximo hasta la última gota
de energía revolucionaria e insurreccional del pueblo. Ya lo decía Lenin en el
¿Qué Hacer? en su crítica al espontaneísmo, las bases politizadas
ameritan de organización y teoría revolucionaria (formarse en el socialismo
científico) que permita orientar sus fuerzas en el camino más expedito al
triunfo sobre sus opresores.
Publicitar este episodio, como modelo de insurrección
popular hacia el triunfo sobre el capital, es un acto es una
irresponsabilidad histórica y se constituye como factor de dispersión y
confusión. El 27 F condujo a un reflujo conservadurista en la lucha de clases. Si
bien fue una chispa de ilusión revolucionaria, la inexistencia de dirección
organizada, muestra que el arte de la insurrección, las
mezclas de la lucha legal e ilegal, la construcción del partido y la
organización leninista rigurosa, es aún, la única estrategia (comprobada) de
transformación política profunda, que puede llevar a los oprimidos a la
victoria definitiva sobre el capital.
El movimientismo, el autonomismo y esa ristra de
aventuras pequeñoburguesas, son vías expeditas al fracaso. La tarea en la
actualidad es ardua, el reto que tenemos es aún mayor, trabajemos por el
triunfo de la clase trabajadora, antes que el capital destruya y envilezca aún
más el planeta.
*Este trabajo es un pequeño extracto de una
investigación acerca del 27 F, que se envío a modo de Ponencia al Congreso
Internacional de Historia en la Universidad de Buenos Aires, en noviembre de
2009. Quien desee el trabajo completo se lo podemos hacer llegar por correo: manuel1871@gmail.com
Manuel Sutherland
Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista (ALEM)
Ccs. 25/02/2010
Referencias:
[i] Cifras y datos extraídos del sistema de cuentas nacional del BCV y del
Comité para anulación de la Deuda del tercer Mundo (CADTM).
[ii] Barrios Sonia, “Problemas urbanas y políticas urbanas en países
exportadores de petróleo: el caso del área metropolitana de Caracas”,
Caracas, Cendes, 1998
[iii] González,
Silverio, “La ciudad venezolana, una interpretación de su espacio y sentido
en la convivencia nacional”. Fundación para la cultura urbana, Caracas,
2005
[iv] Carlos Marx, El 18 Brumario de Luís Bonaparte, Edición digital,
capítulo 1, disponible en www.Marxist.org
[v] “en este signo vencerás”, historia contada por el historiador Eusebio de
Cesarea.
[vi] José Honorio
Martínez Causas E Interpretaciones Del Caracazo, Universidad Nacional
Autónoma de México, México Publicación 15 Junio 2008.
[vii] Eduardo Sartelli, La cajita infeliz. Ediciones RyR, Argentina 2004.
Un libro maravilloso, sobre el cuál hacemos trabajos de formación.
[viii] Ibíd. Nota viii.
[ix] Detalles de esto son relatados por Haleis Dávila, testigo de excepción y
analista del 27F.
[x] Ver más detalles en: Provea, Informe de Situación de Derechos Humanos en Venezuela octubre de
1988-septiembre de 1989.
[xi] Hay pocos ensayos sobre esta tesis, igualmente, alguna tesis de grado de
comunicación social sobre el tema (la de Sonia Vergel) refleja en buena medida
esta audaz teoría.
Comentarios